— Me gusta esto que tenemos.
— ¿Qué?
— Pues esto, tener sex o. Sin necesidad alguna de etiquetas, tiempo, sin celos. Ojalá ninguno de los dos lo echemos a perder.
— ¿Echar a perder? ¿Cómo? ¿Enamorándonos? ¡Jajaja, no lo creo! Bueno, al menos yo, no.
— Yo no voy a prometerte nada, no me creo inmune a ti.
Bien dicen que si te cø-gen chin-gøn te en-culas.
Y no voy a decir, "¡Yo nunca!"
cuándo a la mejor ¡Mañana sí!
Esas fueron nuestras últimas palabras
en nuestro último encuentro.
Si algo he de confesarte
es que no me arrepiento de las veces que compartimos una cama.
Era bueno estar contigo reventando de placer,
para después seguir con charlas larguísimas
sobre nuestros planes y vida.
Lamento cazar al cazador.
Lamento que hayas sido tú
el que tuvo que tragarse su promesa.
Porque sé cuánto odias el amor,
y sé que ahora me odias a mí también
porque yo para ti lo representó.
Odio no gozar de ti, ni de tu se xo.
¡Porque eres increíble en eso!
Pero sentir celos, y amor...
Contigo eso jamás me gustó.
Ya lo ves mi amor, yo no le falle a nadie.
Siempre te dije que no juraras,
que eras y serías inmune a mí.
Supe hacer de ti,
lo que ninguna otra mujer
por más que lo anhelo, logró.
No me aborrezcas,
no te confundas.
Jamás fue mi intención hacerte sentir tan bien.
Yo sólo te ofrecía lo que tú me inspirabas.
Siempre me decías que te daba mucho,
creías que no lo merecias.
¡Estabas equivocado!
Eres un gran hombre, aunque no sepas amar.
Y mereces todo lo bueno de este mundo.
Pero, el amor, ¡No soy yo!
Malo prospecto viniste a buscar.
Tú me ofrecias se xo, yo te lo ofrecí también.
Ambos jurabamos no amarnos, yo no te fallé.
Disculpa por no saber quedarme,
cuando ya no solo querías ratos de placer.
Pero te conozco, te conozco más de la cuenta y sé que jamás hubiésemos funcionado como pareja.
Me voy,
porque no sé qué hacer
con el cariño que empezó a crecer,
donde siempre sólo tuvieron que existir orgasmos y un:
"ya después nos volveremos a ver"
-Mariana Dottor.
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